miércoles, 23 de septiembre de 2015

Relación conducta-cerebro


A lo largo de un siglo y medio de investigación, se ha ido poniendo de manifiesto que el cerebro está constituido por estructuras diferenciadas que se organizan, a su vez, en subsistemas funcionalmente autónomos y relativamente especializados, y que el daño focal en una de esas estructuras trae consigo trastornos selectivos de funciones mentales. Esto implica que los subsistemas mentales son también diferenciables y están constituidos por componentes igualmente diferenciables. La neurociencia se ha trazado la meta de llegar a comprender las relaciones entre esas estructuras cerebrales (estudiadas por las disciplinas neurobiológicas) y esas funciones mentales (estudiadas por la psicología cognitiva y la neuropsicología cognitiva).

La primera etapa del proceso de buscar relaciones entre la mente y el cerebro consistiría en determinar si la descomposición de los subsistemas de procesamiento en una serie de componentes, establecida por la ciencia cognitiva, tiene una correspondencia en la organización cerebral. Es decir, si las lesiones fragmentan las funciones biológicas del cerebro de una forma que coincida con la fragmentación de las unidades de procesamiento postuladas por los psicólogos. Esto se puede llevar a cabo de dos maneras. Una de ellas consiste en crear modelos estructurales que representen las diferentes etapas o unidades de procesamiento que integran la realización de la conducta normal. Si se asume que cada una de esas unidades de procesamiento está sustentada por una estructura cerebral, se puede establecer una correlación entre el locus de la lesión y la unidad de procesamiento alterada. El locus de la lesión es aquí considerado como la estructura que sustenta esa función. Lo que interesa en este enfoque es el análisis de qué función está siendo computada, con independencia de cómo se está llevando a cabo esa computación. Este sería el enfoque de los primitivos diagramas. El otro enfoque metodológico parte del supuesto de que los déficit de la ejecución del paciente en una variedad de tareas revelan la alteración de un componente del sistema de procesamiento (y no directamente el locus de la lesión) que participa en todas esas tareas. El análisis de la conducta es aquí un medio para determinar qué componentes conforman un subsistema. El locus de la lesión tiene escasa importancia. En este enfoque, propio de la neuropsicología cognitiva, en lugar de partir de un patrón de procesamiento establecido a priori, se determinan los componentes de un subsistema como resultado del análisis del patrón de déficit de los pacientes.

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